Por Santanafessa, Melisa –
Dicen que los bandoneones tienen una especie de magia y quizás eso haya sido el punta pie inicial de esta historia. Un fueye que une a dos parientes con marcada diferencia de edad, en un proyecto que comenzó hace dos años y que ha logrado despertar la vocación de luthería en tío y sobrino segundo.
Juan Scaccia es un hombre de setenta y cinco años que desde muy joven se dedica a la carpintería. A la edad de dieciséis tuvo su primer bandoneón y tras notar que este era de madera prometió construirse uno con sus propias manos. La promesa continuó vigente hasta que el tiempo y el espacio permitieron que el sueño se haga realidad unos 30 años después.
“Si bien, yo hacía algunas cosas para los bandoneones, no quería intervenir con el trabajo de los Bruñini, una familia de Bahía Blanca que vivía de la reparación de este instrumento. Como yo siempre viví de la carpintería, sólo hacía las cosas que me pedían.”- Cuenta Juan, recordando con respeto a los fallecidos lutieres.
Sebastián Jócano es un joven administrativo y profesor de guitarra. Una tarde se encontraba visitando a Juan, cuando un bandoneonista llamado Julián Mansilla fue a buscar al carpintero para pedirle que reparara el interior del bandoneón de un alumno.
“A ese bandoneón lo llamamos El Salteño, porque se lo regalaron a un chico que trabaja en la base naval que tuvo que irlo a buscar hasta la provincia de Salta, lugar donde vivía su padre. El problema es que ese bandoneón estaba muy arruinado y prácticamente había que hacerlo nuevo. Era mucho trabajo y yo no quería realizarlo, pero Sebastián que es muy habilidoso y justo estaba ahí, lo miró y dijo que él se animaba a arreglarlo. Y así fue: le quedó bárbaro y además se entusiasmó con el trabajo.”- recuerda Juan.
A partir de entonces, los parientes se convirtieron en socios y emprendieron el taller Bandoneones Bahía Blanca, destinado a la luthería del principal instrumento del tango.
“Haber reconstruido al Salteño me dio mucha satisfacción. Julián siempre me dice que yo comencé con la tesis final porque hice un bandoneón desde cero, y sinceramente fue lo mejor que me pudo pasar.” -Cuenta Sebastián-“Hice todo a mano, quizás en algunas cosas perdí mucho tiempo al hacerlas de ese modo ya que había métodos más rápidos. Pero eso, me permitió meterme hasta en lo más chiquito del bandoneón para saber cómo es y cómo tiene que funcionar. Muchas cosas las tuve que repetir varias veces hasta que al fin me salieron. Miraba, copiaba y comparaba con otros bandoneones, y cuando por fin terminamos al Salteño ya no había secretos en el armado del instrumento.”
En el taller se hace una reparación integral sin importar el estado en que se encuentre el bandoneón. Además se fabrican las piezas y repuestos que los lutieres utilizan. Reciben bandoneones de todas partes: Coronel Suarez, La Plata, Mendoza y muchos otros sitios. La especialidad de Juan son las tapas de madera, las cuales disfruta calar copiando los dibujos originales. Por su parte, Sebastián realiza mayoritariamente los trabajos de lustre y afinación. Atrapados por la vocación, los socios investigaron la historia y las técnicas que esconde el fueye. “Lo más lindo fue investigar la parte de lustre. Se utiliza la técnica llamada francés o muñequilla, que es muy antigua y poco usada. Lo que había en internet no nos servía y optamos por recurrir directamente a las fuentes, es decir, a aquellas personas que hoy rondan los ochenta años y que hace muchos años solían lustrar sus bandoneones. Se trató de una tarea de investigación muy intensa e interesante, porque además nos encontramos con historias de vida, personajes y variantes personales aplicadas en la técnica. Por suerte, hay gente que transmite el conocimiento en vez de guardárselo y de todos pudimos aprender un poco.” – afirma Sebastián.
Todos los bandoneones tienen arreglo. La partes que más se suelen romper, son los pliegues de cuero que están en fueye y que muchas veces se resecan por la presión de la succión o porque pierden compresión con el paso del tiempo. Otra parte que sufre mucho, es la madera de las tapas, que se gastan por el roce de las uñas largas y el sudor de las manos.
Finalmente y a modo de consejo, Juan y Sebastián recomiendan a quienes poseen bandoneones, dejarlos en lugares que donde no haya humedad ni resequedad, ya que en el interior del instrumento existen unas piezas llamadas “voces” que son de acero y pueden oxidarse, doblarse o cortarse ante esos climas. También aconsejan no llevarlos a ambientes marítimos como barcos o playas ya que el bandoneón respira humedad con sal y puede ser altamente perjudicial.
Los interesados en contactar a Bandoneones Bahía Blanca
https://www.facebook.com/BandoneonesBahiaBlanca/
Nota extraída de Revista «Suerte Loca» Bahía Blanca. 2014
Tengo un band AA 3 nacar negro..nesecita reparacion de fuelle original y un re intermedio una lengueta rota..?uds realizan ese trabajo..o a quien me pueden recomendar..gracias